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Invertir para transformar: cómo la innovación financiera está reescribiendo las reglas del desarrollo

  • Foto del escritor: Karen Erazo
    Karen Erazo
  • 9 jul
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 ago

¿Qué pasaría si el problema no fuera sólo la falta de recursos, sino cómo pensamos en su asignación? ¿Qué pasaría si los instrumentos actuales de financiamiento social estuvieran respondiendo a un mundo que ya cambió? ¿Y si el impacto que buscamos sólo pudiera lograrse si reinventamos la forma de alinear capital, capacidades y propósito?


Finanzas innovadoras

Estas preguntas han comenzado a abrir grietas en un modelo tradicional de cooperación que, aunque útil en su momento, hoy luce cada vez más limitado frente a la complejidad de los desafíos sociales y ambientales. A esto, se suma un panorama global marcado por guerras y policrisis que han desplazado prioridades geopolíticas, reduciendo significativamente el flujo de recursos hacia América Latina y el Caribe. En muchos casos, el capital simplemente se está yendo a otros lugares del mundo. En ese contexto, la innovación financiera para y por el impacto social y ambiental ha sido una respuesta concreta: una forma de rediseñar cómo se construyen alianzas, cómo se conectan fuentes de capital y cómo se crean soluciones capaces de escalar con sostenibilidad.



Varios mecanismos diseñados e impulsados recientemente reflejan esta transformación: por ejemplo Alborada Ventures, un fondo híbrido que articula donaciones, subvenciones retornables y préstamos flexibles para financiar modelos de negocio que atienden barreras de integración de personas migrantes en América Latina y el Caribe. Su diseño incorpora un enfoque experimental, permitiendo apoyar tanto iniciativas validadas como modelos emergentes, reduciendo el riesgo para el capital más exigente y facilitando la entrada de inversión filantrópica. Por otra parte, el Fondo de Impacto en Territorios Rurales y Excluidos moviliza inversión hacia zonas históricamente marginadas de Colombia, combinando instrumentos financieros con asistencia técnica y mecanismos de repago adaptados al territorio.


También se ha consolidado Región Plateada, un fondo multilateral orientado a identificar y financiar soluciones innovadoras para el cuidado de personas mayores en América Latina. Esta iniciativa une la aceleración empresarial con el financiamiento no reembolsable, apostando por servicios de cuidado, tecnologías aplicadas y formación de cuidadores. En paralelo, Rumbo Lab avanza como un laboratorio de innovación financiera y social, liderado por Fundación Bancolombia e Innpactia, que busca transformar el ecosistema educativo rural mediante soluciones pedagógicas adaptadas a contextos productivos. Finalmente, el Mecanismo para Cooperativas Rurales fue diseñado para fortalecer y financiar cooperativas a través de capital no reembolsable, deuda concesional y recursos privados, respondiendo a distintas necesidades según su nivel de desarrollo.

Workshop Alborada Ventures
Workshop de Innpactia para presenar Alborada Ventures, un mecanismos de finanzas innovadoras que impulsa la integración social y económica

Cada uno responde a desafíos específicos, pero todos comparten una visión: no hay transformación sin rediseñar cómo se moviliza y gestiona el capital. Desde Innpactia, en estrecha colaboración con nuestros principales aliados, hemos liderado estos procesos de punta a punta: desde la identificación de oportunidades, el diseño técnico y la estructuración jurídica y financiera, hasta la gestión operativa de los mecanismos. Juntos, hemos demostrado que es posible construir vehículos financieros que no sólo movilizan recursos, sino que abren camino a nuevas formas de hacer desarrollo en América Latina.



Pero más allá de los resultados que ya están generando, lo más valioso de estos mecanismos son las lecciones que han dejado en el camino. Aprendizajes que marcan el pulso de un nuevo ecosistema de impacto, donde las reglas del juego aún se están escribiendo.


La primera lección es que no se trata simplemente de sustituir fuentes de financiación, sino de cambiar el chip. Innovar financieramente implica repensar las comprensiones tradicionales sobre alianzas, incentivos, procedimientos y estructuras. Supone dejar atrás una lógica centrada exclusivamente en la ejecución y abrirse a nuevas formas de colaboración, donde el diseño compartido y la alineación de intereses se vuelven imprescindibles. Y en ese proceso, la formación es clave. Sin capacidades nuevas, no hay transformación posible.


La segunda es que el desarrollo exige inversión. Durante años, el ecosistema se acostumbró a operar con escasez, como si la precariedad fuera sinónimo de compromiso. Pero estructurar un mecanismo financiero, llevarlo a prueba, iterar y escalar requiere capital. Los mecanismos que hoy están operando no llegaron allí sólo con voluntad: contaron con recursos para su diseño y estructuración. Sin esa inversión inicial, la innovación simplemente no sucede.


También ha quedado claro que el perfeccionismo es uno de los grandes parásitos del sector. La obsesión por diagnósticos exhaustivos y por modelos sin fisuras ha paralizado durante años decisiones urgentes. En contextos de alta complejidad, esperar certezas absolutas es una receta para la inacción. La evolución de los mecanismos exige decisiones valientes, aunque imperfectas. En este campo, el costo de no actuar puede ser más alto que el de equivocarse.


Otro aprendizaje clave es que ningún actor puede hacerlo solo. La idea de que existe un experto todopoderoso capaz de diseñar y operar un mecanismo de impacto por sí mismo ya no tiene lugar. Lo que ha funcionado es lo que ha logrado articular encadenamientos productivos entre quienes diseñan, financian, operan, miden e iteran. Cada mecanismo necesita una combinación distinta de saberes, y construir ese tejido colaborativo es parte esencial del proceso.


A esto se suma un reto tan técnico como político: el timing. Coordinar los tiempos entre actores, fondos, decisiones institucionales y ventanas de oportunidad es probablemente uno de los mayores desafíos del ecosistema. En un entorno donde cada día cuenta, quedarse esperando puede costar más que lanzarse. Aprender a moverse con agilidad, sin sacrificar rigor, es hoy una capacidad crítica.


Y, finalmente, hay una verdad que conviene recordar: no se puede innovar sin riesgo. Durante demasiado tiempo, el riesgo ha sido visto como el enemigo, pero en este nuevo paradigma, es el vecino con el que hay que aprender a convivir. Los mecanismos más potentes han sido aquellos que no han pretendido eliminar el riesgo, sino entenderlo, medirlo, mitigarlo y diseñar en torno a él. Pretender avanzar en contextos de riesgo cero es, en realidad, la forma más segura de no avanzar en absoluto.


Finanzas innovadoras
El objetivo de las finanzas innovadoras es entender las necesidades del mundo actual y mejorar el flujo de recursos de las empresas y organizaciones, así como su propósito

Este nuevo ecosistema no se construye sobre certezas, sino sobre aprendizaje. No se sostiene con fórmulas cerradas, sino con disposición a iterar. Y sobre todo, no se mueve con discursos, sino con inversión, colaboración y una voluntad concreta de transformar no sólo los resultados, sino también las reglas del juego.


1 comentario


Alan Muller
Alan Muller
25 jul

La innovación financiera está demostrando que el desarrollo no depende solo de grandes presupuestos, sino de ideas audaces y herramientas estratégicas. Invertir para transformar implica también modernizar sectores clave de la economía. En ese sentido, tecnologías como us motors son esenciales para mejorar la eficiencia energética y apoyar proyectos sostenibles que impulsen un futuro más inclusivo y resiliente.

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